Artículo de El País – Negocios – 08.02.20
¿A dónde irá a parar todo el hormigón del estadio
Vicente Calderón?
La tasa de reutilización de los residuos de las obras y
demoliciones en España es de las más bajas de Europa.
El desmontaje del estadio Vicente Calderón, feudo del Club Atlético de
Madrid hasta 2017, para levantar un nuevo barrio ha reavivado el debate
sobre el destino de los residuos de construcción y demolición y su impacto
en el medio ambiente. En el caso de la antigua casa colchonera, los desechos
resultantes se están segregando en función de su naturaleza (vidrios,
metales, cerámicos, cartón-yeso…). «En el caso del hormigón, elemento
principal del estadio, se ha instalado en el propio solar una planta de
tratamiento de forma que se transforma in situ con todas las garantías
normativas para ser reutilizado en los rellenos y terraplenes del ámbito
Mahou-Calderón», confirman desde el club Atlético de Madrid. La
construcción circular, que aplica los principios de la economía circular al
sector de la edificación, se ha tenido en cuenta en otra de las obras faraónicas
de la capital, la del Centro Canalejas, que lleva a cabo OHL y que está
transformando un edificio histórico en un hotel, apartamentos y tiendas de
lujo. Durante la fase de demolición y estructura de este proyecto, se han
gestionado todos los residuos a través de plantas autorizadas por la
Comunidad de Madrid, valorizando sobre todo el hormigón, el material
cerámico y la madera. Asimismo, explican en OHL, todas las tierras se han
utilizado para la restauración de un espacio natural en Alcalá de Henares.
A pesar de estos dos ejemplos, el volumen de desechos constructivos que
acaba en el vertedero sigue siendo demasiado alto. La construcción genera
más de 500 millones de toneladas de residuos al año en Europa. Esto
representa ya un 30% de los 2.500 millones de toneladas de desechos
anuales que produce la UE, según Construcía. Es un reto que viene de lejos.
En 2008, el Parlamento Europeo se fijó como objetivo que los Estados
miembros comenzaran a tomar las medidas necesarias para reducir hasta el
70% de los residuos en 2020. Sin embargo, España no está por la labor de
reciclar y reutilizar al ritmo de sus socios europeos. Los últimos datos de
Eurostat (2016) sitúan la tasa de reciclaje española en torno al 37%, por
debajo de Italia (78%), Bélgica (76%) y Francia (55%). Es más preocupante
que «casi el 50% de los residuos son gestionados de forma incorrecta o ilegal,
tienen destino desconocido o se tratan en plantas no autorizadas», destaca
David García, investigador de Tecnalia.
Algunos expertos ven, en cambio, un poco de luz al final del túnel. «Estamos
haciendo un gran esfuerzo por cambiar esta situación y se ha pasado, en muy
poco tiempo, a estar en tasas de reciclaje que podrán alcanzar las condiciones
impuestas por la UE», se muestra convencida Mercedes del Río, catedrática
de construcciones arquitectónicas de la Escuela Técnica Superior de
Edificación de la Universidad Politécnica de Madrid.
Primero, separar
Antes de reciclar hay que separar, una tarea complicada en obras de
rehabilitación, que son, tras las de demolición, las que generan una mayor
cantidad de residuos. Según Paola Villoria, experta en gestión de residuos de
edificación, «en este tipo de obras es difícil hacer la separación in situ de los
residuos por su diversidad y la escasez de espacios que impide poner los
contenedores necesarios». Esto hace que los desechos lleguen con escaso
valor a las estaciones de reciclaje e, incluso, convertidos en peligrosos por
estar en contacto con otros componentes tóxicos (alquitranes, amianto…).
El destino más común para los residuos generados por reformas de entidad
menor, como alicatar un baño o una cocina, son las bolsas, sacas o
contenedores. En este caso, no es obligatorio separar en origen. Ahora bien,
no se pueden mezclar estos restos con la basura doméstica. La recogida se
hace más compleja a partir de cierto volumen de desechos, especialmente en
obras que requieren de licencia urbanística, donde es obligatoria la
separación de materiales desde el origen. Los ayuntamientos son quienes se
encargan de vigilar la correcta gestión de estos residuos de construcción,
habilitar las infraestructuras de gestión y sancionar en caso de detectar
conductas inadecuadas.
Otra dificultad es que no todos los materiales están pensados para volver al
ciclo constructivo. Lógicamente, están hechos para resistir y durar, no para
ser fácilmente separables. Algunos están unidos a otros, por ejemplo el
ladrillo con el yeso o el mortero. «Los materiales más ligeros, como la madera,
el papel y los plásticos pueden separarse aprovechando la diferencia de
densidad, pero la separación de componentes pétreos en el escombro es más
complicada», asegura el experto de Tecnalia. «Existe tecnología que permite
identificar y separar automáticamente —como electroimanes para
metales—, pero no puede ser aplicada de forma masiva, ya que el producto
final no tiene un valor por unidad de volumen suficiente», argumenta. Y pone
un ejemplo: la grava y el yeso natural son muy abundantes y baratos, pero
para ser competitivos los materiales reciclados a partir de estos elementos
(incluyendo su transporte) deben ofertarse a un precio inferior.
Tampoco la concepción arquitectónica ayuda al posterior reciclaje. Hasta
ahora, advierten los expertos, son pocos los diseños de edificios en los que se
ha tenido en cuenta el futuro desmontaje y separación de los materiales, lo
que dificulta su tratamiento. Y es que, en la mayoría de los casos, el proceso
de demolición del inmueble no tiene lugar hasta transcurridos más de 50
años desde el momento de su construcción.
La catedrática de construcciones arquitectónicas Mercedes del Río reclama
que los proyectistas tengan en cuenta la deconstrucción de sus edificios
cuando comiencen a diseñarlos, especialmente en los edificios de consumo
de energía casi nulo. «Desde la fase de diseño, el profesional debe considerar
cuáles son los materiales que, además de conseguir una mayor eficiencia
energética para el edificio, tienen una mayor facilidad de deconstrucción». Es
decir, soluciones más duraderas y que al final de su ciclo de vida se puedan
reciclar en otros productos de manera sencilla.
La construcción circular ofrece una solución a este reto ambiental: utilizar
materiales saludables y que puedan ser reutilizados de forma indefinida sin
perder calidad para que nunca se conviertan en residuos. Un ejemplo es
Gonsi Sócrates (Viladecans, Barcelona), el primer edificio en España
construido 100% bajo el modelo de construcción circular. Durante su
edificación se ha reciclado el 99% de los escombros. Y en cuanto a los
materiales constructivos, el 92% se podrán convertir en residuos en el
futuro.
Para introducir la economía circular en el sector, Green Building Council
España (GBCe) ha desarrollado una serie de propuestas. “En el ámbito de los
RDC proponemos la lucha por la erradicación del vertido incontrolado”,
explica Jordi Marrot, representante del Consejo General de la Arquitectura
Técnica de España (CGATE) en GBCe. También aboga por que las
administraciones públicas impulsen la creación y gestión de puntos limpios,
fundamentalmente para los residuos procedentes de las obras menores de
construcción y reparación domiciliaria.